Tenemos necesidades diarias, inconfundibles, fuertes, habituales.
La necesidad de tener tu palabra, la necedad de no querer darla.
La expresión de un parentesis boca abajo sobre tu barbilla.
Cerrar los ojos hasta mañana, y tal vez, encontrar tu gratitud, tu guiño.
La necesidad despierta cada mañana, con el café cortado y el espejo reflejando tu rostro.
Necesitas el ahogo del trabajo y la caricia de la sonrisa con la comida preparada de ayer.
Necesitas este suspiro y respirar el anhelo de encontrarle.
La luna llena detrás del cristal de tu ventana mientras llega el sueño ilumina mis pies descalzos.
Necesito tu aire una milesima de segundo y comprobar que estamos pensando lo mismo... en este instante.
