Mi casa, a la que por otra parte adoro, se me cae encima, y después de caerse, se levanta y vuelve a caerse… y así todo el tiempo, hasta que cansada decida huir de ella a quemar un par de noches como una “dancing queen” encendida.
Una cena, compras, café con hielo en una terraza atiborrada de gente, un paseo eterno, un cubata poco cargado, tres o cuatro cigarros, un cine, … solo pido respirar un poquito de Agosto, con alguien a mi lado, o si no lo haré sola, cogeré mi costurero por si estos hilvanes se rompen y hay que volver a poner hilo. Ya sabes las cuerdas de estas marionetas que hacen hoy en día van con esos finos hilos de hilvanar.
Pagar un ticket, sonreírle a un extraño, buscar un cajero, robar unos pendientes, y decidir que la calle es el mejor lugar donde puedes pasar un cacho pequeño o grande de tu tiempo.
Una cena, compras, café con hielo en una terraza atiborrada de gente, un paseo eterno, un cubata poco cargado, tres o cuatro cigarros, un cine, … solo pido respirar un poquito de Agosto, con alguien a mi lado, o si no lo haré sola, cogeré mi costurero por si estos hilvanes se rompen y hay que volver a poner hilo. Ya sabes las cuerdas de estas marionetas que hacen hoy en día van con esos finos hilos de hilvanar.
Pagar un ticket, sonreírle a un extraño, buscar un cajero, robar unos pendientes, y decidir que la calle es el mejor lugar donde puedes pasar un cacho pequeño o grande de tu tiempo.