Existen, ... a veces, paradojas irreconciliables.
Hoy he dicho que "los amigos no se cuentan con los dedos de una mano; se cuentan por unidades".
Sorpresas irremediables que te esperan cualquier Miércoles, a cualquier 14:25 post meridiam. Sorpresas que te estrellan contra algún muro que acaban de levantarte delante de la puerta de la casa de este mundo donde habitas.
El esquema recién hecho, después de tanto tiempo irremplazable, está ardiendo, y sabes entonces, que después de algunas horas solo encontrarás cenizas.
En algún lugar, sin embargo, te esperan las otras sorpresas, esas de "hoy estoy aquí para quererte" o "vuelvo a llamarte porque te echo de menos". Y en esas te quedas sin miedo a dormir toda tu vida. No hay mejor colchón que ése que seguro no hace falta cambiar cada diez años, ni siquiera cada diez siglos.
Siempre estamos resucitando de pequeñas muertes cotidianas.
Siempre rehaciendo y perdonando, siempre salvando distancias y anhelando caricias.
Cayendo y levantando. Aprendiendo a respirar constantemente.
Hoy he dicho que "los amigos no se cuentas con los dedos de una mano; se cuentan por unidades"
Y tú también eres mi unidad.
