Sorbos. Y rodajas de medusa al orio,
donde me pica el canival, renqueante...
dormido. O disimulando a ratos
la desesperanza...
... qué sencillo.
El ritual del desperdicio de la vida,
ésa incierta, donde el apocalipsis solo asusta a principiantes.
Sorbos. Mandarina y sandia de verano
y claveles tintados de otoños olvidados...
Tal vez pueda encontrarte en otro Octubre
mientras abanicas a las mariposas con tus alas,
mientras pierdes el respeto a los extraños,
mientras le prestas a Diógenes un brazo.
Sorbos, de licor de manzana envenenado
de vidrios rotos debajo de mis cristales.
Sorbos de luz, depués del aguacero.
Los mismos años bisiestos en que recortas esquelas
para empapelar el aliento de una nueva primavera.
Sorbos en el inviernos, y en Julio y en Septiembre,
y los Miércoles por la noche y la noche de San Juán de madrugada.
martes, 18 de marzo de 2008
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