ESO es justamente; aquí en Barcelona; el cielo sobre mi cabeza con un enorme sol que da miedo y el suelo bajo mis pies, pisando una corteza de asfalto poderoso y gris.
Entre la Plaza Cataluña y el Paseo de Gracia no necesito nada más, sin embargo, que descubrir como la gente pasea desnuda o les pide a sus choferes, aparcados en doble fila, que cojan sus bolsas de CH, Suárez y Chanel. Como cualquiera, excepto yo y algunos pocos más, puede decidir en 5 segundos que helado comerse, y sí, no necesito nada más, excepto una foto mirando un vestido de novia de Rosa Clara que en el fondo no me gusta, mientras sorbo por mi pajita una, ya caliente, coca-cola light.
Muy recomendable entre aroma a Dior y sorbete de vainilla y canela pasear tu libertad urbanitas mientras recorres mentalmente cada uno de los movimientos de tu cuenta corriente para asegurarte de que éstos a ti no te permiten pisar Loewe.
Muy recomendable sacudir la bolsita de Diesel, (con la camiseta que marcaba "SUPEROFERTA"), con una sonrisa de oreja a oreja y recordar que alguien te dijo lo fantastico de hacer compras en Barcelona.
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